En mis dos libros, “Le silence du girafon” y “La girafe au grand cœur”, cuento historias reales de mi trayectoria vital y abordo temas clave para sensibilizar. A través de estas historias, mi objetivo es conmoverte, hacerte reflexionar sobre los retos a los que me he enfrentado y sensibilizarte.
En mis charlas, comparto los puntos clave de mis libros, explicando lo que está en juego desde la distancia. Te invito a descubrir por qué elegí escribirlos y qué mensaje quiero transmitir.
En concreto, hablo de mi trayectoria vital, de los retos asociados a la oralización y la LSF, de la privación lingüística en la LSF, del impacto en el desarrollo cognitivo y de las dificultades para construir mi identidad. También hablo de mi trayectoria educativa y de los obstáculos que superé para seguir adelante.
Me complace compartir algunos breves extractos de vídeo de una conferencia reciente. Espero que despierten tu curiosidad y te inspiren para saber más. No dudes en ponerte en contacto conmigo para hablar o concertar una charla.
“Privado de palabras, pero nunca de pensamientos: Mi lucha por la libertad de expresión”.
Cuando era niña, se me negó el derecho a comunicarme en lengua de signos francesa. Mis padres, mi hermano… les veía hablar, escribir, compartir, pero yo no podía participar. En la escuela especial para sordos, me obligaban a hablar, me prohibían la lengua de signos, como si mi lengua no existiera, como si hubiera que borrar mi identidad.
Un día sorprendí a mi hermano escribiendo en su diario. Curioso, le pregunté qué estaba escribiendo. Su respuesta me impresionó mucho:
“No es para ti, es para mí”.
En ese momento, sentí un vacío inmenso, una barrera invisible pero infranqueable. Tenía pensamientos, emociones, cosas que decir. Pero ¿cómo podía expresarlas si siempre se me habían negado las palabras?
Así que tuve una idea. Como no podía escribir como él, iba a crear mi propia memoria. Cada vez que ocurriera algo bueno o malo, elegiría un objeto, una simple “cosa” que representara ese momento. Lo metía en una caja secreta, escondida debajo de mi cama. Era mi forma de conservar un rastro, de no olvidar, de resistir en silencio.
Y en el fondo lo sabía… Un día, mis verdades saldrían a la luz.
43 años después, en medio de un confinamiento covid19 , abrí por fin esta caja invisible. Gracias a LSF, mi lengua, mi voz de nuevo en mis manos, empecé a contar mi historia. Ya no era un secreto enterrado, sino un poderoso mensaje que compartir con el mundo.
¿Por qué te digo esto?
Porque muchos niños sordos siguen sufriendo esta privación, este silencio impuesto. Porque nuestra lengua, la LSF, merece ser reconocida y protegida. Todo el mundo tiene derecho a existir plenamente, a expresarse sin miedo ni límites.
Hoy me gustaría invitarte a adentrarte en mi historia, a comprender esta realidad poco conocida y a reflexionar juntos sobre lo que significa realmente la libertad de expresión.
Descubre más sobre mí, mi historia, mis luchas… y juntos podremos abrir los ojos a una realidad que demasiado a menudo se ignora.
“Privado de palabras, pero nunca de pensamientos: Mi lucha por la libertad de expresión”.
Cuando era niña, se me negó el derecho a comunicarme en lengua de signos francesa. Mis padres, mi hermano… les veía hablar, escribir, compartir, pero yo no podía participar. En la escuela especial para sordos, me obligaban a hablar, me prohibían la lengua de signos, como si mi lengua no existiera, como si hubiera que borrar mi identidad.
Un día sorprendí a mi hermano escribiendo en su diario. Curioso, le pregunté qué estaba escribiendo. Su respuesta me impresionó mucho:
“No es para ti, es para mí”.
En ese momento, sentí un vacío inmenso, una barrera invisible pero infranqueable. Tenía pensamientos, emociones, cosas que decir. Pero ¿cómo podía expresarlas si siempre se me habían negado las palabras?
Así que tuve una idea. Como no podía escribir como él, iba a crear mi propia memoria. Cada vez que ocurriera algo bueno o malo, elegiría un objeto, una simple “cosa” que representara ese momento. Lo metía en una caja secreta, escondida debajo de mi cama. Era mi forma de conservar un rastro, de no olvidar, de resistir en silencio.
Y en el fondo lo sabía… Un día, mis verdades saldrían a la luz.
43 años después, en medio de un confinamiento covid19 , abrí por fin esta caja invisible. Gracias a LSF, mi lengua, mi voz de nuevo en mis manos, empecé a contar mi historia. Ya no era un secreto enterrado, sino un poderoso mensaje que compartir con el mundo.
¿Por qué te digo esto?
Porque muchos niños sordos siguen sufriendo esta privación, este silencio impuesto. Porque nuestra lengua, la LSF, merece ser reconocida y protegida. Todo el mundo tiene derecho a existir plenamente, a expresarse sin miedo ni límites.
Hoy me gustaría invitarte a adentrarte en mi historia, a comprender esta realidad poco conocida y a reflexionar juntos sobre lo que significa realmente la libertad de expresión.
Descubre más sobre mí, mi historia, mis luchas… y juntos podremos abrir los ojos a una realidad que demasiado a menudo se ignora.